Conceptos Básicos sobre Trabajos de Jardinería
Un peón de jardinería es un trabajador sin cualificación específica en el oficio, cuya función principal es apoyar a los oficiales y ayudantes en las diversas tareas que se les presenten. Su labor consiste principalmente en proporcionar todas las herramientas y materiales que se requieran y retirar cualquier obstáculo que impida el progreso del trabajo.
Tareas Comunes del Peón de Jardinería
Barrido de Césped y Bosque: Esta tarea es habitual después de la siega y, en general, se realiza frecuentemente. Se lleva a cabo utilizando una escoba de varillas o metálica para formar montones de hierba cortada, papeles, latas y otros desechos. Una vez formados los montones, se cargan en un carro con la ayuda de un biérgol o aventador. Luego, utilizando unas tablas, se vacía el carro en un camión para transportar los desechos al vertedero.
Barrido de Paseos y Calzadas: Dentro de los parques, el peón se encarga de barrer los paseos con una escoba de ramas, así como las calzadas y aceras, utilizando un cepillo.
Raspar y Labrar Terrenos: Usando una azada, el peón raspa las hierbas de los paseos y labra o cava terrenos, siempre avanzando hacia adelante, comenzando por la parte más baja y borrando las huellas que deja detrás. Además, puede encargarse del riego, utilizando mangueras o aspersores (conocidos como “periquitos”).
Conocimientos y Herramientas
El peón debe estar familiarizado con las principales herramientas y materiales comunes en jardinería, y tener conocimientos básicos sobre plantas y árboles.
Preparación del Terreno
Antes de realizar la plantación, es necesario llevar a cabo una serie de actividades de jardinería. A continuación, se destacan las principales:
a) Cavar: Esta tarea consiste en abrir la tierra para permitir la entrada del agua. De esta manera, las lluvias invernales penetran en el surco y, al congelarse, rompen los terrones de tierra. Dependiendo de la profundidad necesaria, se puede utilizar un azadón o simplemente una pala.
b) Mullir: Se trata de trabajar la tierra para repartir y romper los terrones. Generalmente, se realiza al final del invierno, una vez terminadas las heladas.
c) Desmenuzar: Esta actividad se lleva a cabo para romper los terrones y reducirlos a un tamaño pequeño. Su objetivo es preparar la tierra para la siembra. En grandes áreas se emplean ruedas dentadas grandes, mientras que en superficies pequeñas, un simple golpe de azadón deshace el terrón y permite nivelar el terreno, dejándolo con un granulado fino.
d) Laboreo: Esta es una práctica típica de la agricultura que se puede realizar a pequeña escala con una motoazada o motocultor. Consiste en abrir y voltear la tierra.
e) Roturar y desbrozar: Roturar implica abrir surcos en el suelo para poder plantar en ellos. Desbrozar, por otro lado, consiste en eliminar plantas rastreras, zarzas y helechos, según las condiciones climáticas.
Sembrar
Sembrar es la acción de plantar una semilla, especialmente utilizada para plantas anuales debido a su rápido crecimiento. La siembra se puede realizar en un tiesto o en semilleros cuando se desea obtener plantas individuales que luego se trasplantarán al jardín. En los tiestos, es esencial asegurar un buen drenaje. Los semilleros son bandejas de poliestireno o plástico divididas en pequeños compartimentos o alveolos donde se deposita el sustrato para cada semilla. Estos son muy útiles, ya que permiten reproducir una gran cantidad de plantas en un espacio reducido.
El sustrato, en ambos casos, debe proporcionar humedad y aireación. Materiales como perlita y vermiculita cumplen esta función, aunque la turba es el sustrato más utilizado. Una vez colocada la semilla, debe cubrirse. Una regla general es colocar la semilla a una profundidad equivalente al doble de su diámetro. Después de esto, se debe cubrir con un plástico o colocar en un invernadero para mantener la temperatura y la humedad adecuadas.

Plantar
Plantar consiste en introducir en la tierra una planta, vástago, esqueje, bulbo, etc., para que eche raíces. Este método se utiliza para plantas no anuales que tomarían mucho tiempo en crecer a partir de semillas. También se incluye aquí la obtención de plantas mediante la división de matas, que se realiza en plantas adultas.
Escardar
Escardar implica rascar la tierra en un período seco, de forma perpendicular a la superficie y a una profundidad de 1 cm. Este proceso sirve para cortar las malas hierbas, que luego se secan debido a la exposición al sol.
Binar
Binar consiste en dar una segunda vuelta a la tierra para aflojar el suelo. Esta tarea se puede realizar con un rastrillo o un binador tradicional. Además, esta operación ayuda a reducir la evaporación del agua de la superficie.
Siega del Césped
La temporada de siega suele comenzar a principios de la primavera, aunque realmente depende de la altura que haya alcanzado el césped. Esta operación presenta dos desafíos principales:
- La altura de los cortes.
- La frecuencia de las siegas.
La época de la siega se determina por la altura del césped, que no debe superar los 8 cm, y en los primeros cortes de la temporada, la altura de corte no debe ser menor a 3 o 4 cm. En los primeros cortes, es recomendable mantener una altura un poco mayor para acostumbrar el césped a nuestras exigencias y protegerlo de posibles inclemencias del tiempo, que son comunes a principios de la primavera.
El propósito principal de la siega, aparte de mantener una altura uniforme en toda la pradera, es obtener un buen tapiz verde. La siega fortalece las plántulas, obligándolas a ahijar mientras se desarrolla más el sistema radicular, aumentando así su capacidad regeneradora.
La frecuencia de los cortes dependerá del ritmo de crecimiento del césped, el cual está influenciado por diversos factores como el suelo, el clima y los cuidados recibidos. Es importante recordar que cuanto más corta sea la siega, más sensible será el césped, ya que se reducen sus reservas, especialmente las situadas en los tallos.

Durante los periodos de reposo, es recomendable dejar que el césped crezca algunos centímetros más, aunque solo sea para ahorrar agua y reducir el trabajo de riego. Sin embargo, cuando se retome el uso normal, la altura del césped debe ajustarse gradualmente.
La forma del corte variará según los instrumentos utilizados. Normalmente, esta operación está mecanizada, ya que existe una amplia gama de máquinas disponibles: rotativas, helicoidales, con motor de cuatro tiempos, de dos tiempos, autopropulsadas, etc. Es necesario tomar precauciones, como limpiar el suelo de piedras y otros elementos que puedan dañar la máquina. Las cuchillas de la máquina funcionan a gran velocidad y una piedra podría causar una avería significativa.
Aireado
El aireado tiene como objetivo realizar las operaciones necesarias para permitir la penetración del aire y el agua de riego a capas más profundas del suelo. Esto es especialmente importante en céspedes que ya tienen cierta edad o que han sido sometidos a un uso intensivo, lo que puede compactar el suelo. En estos casos, el sistema radicular tiende a desarrollarse en las capas más superficiales, formando una especie de fieltro que impide la adecuada infiltración del aire y del agua. Esta capa superficial se satura rápidamente con pequeñas dosis de riego y tarda en secarse, lo que favorece el desarrollo de enfermedades fúngicas y provoca la asfixia de las raíces.
El objetivo del aireado es romper esta capa de raíces y materia orgánica, creando una discontinuidad en el fieltro. Para ello, se pueden utilizar máquinas específicas disponibles en el mercado, que consisten en un rodillo con púas huecas de hasta 10 cm de longitud. Al penetrar en el suelo, estas púas extraen cilindros de tierra, creando huecos que mejoran la ventilación y el drenaje. Las púas suelen tener un extremo biselado para minimizar el ángulo de penetración y extraer un volumen igual al de la púa, mejorando la aireación del suelo.
La mejor época para realizar esta operación es el otoño, antes de que comiencen las heladas, o a finales del invierno, antes del rebrote, para evitar daños por congelación en el sistema radicular.
La siega vertical, también conocida como aireado de superficie, consiste en hacer cortes poco profundos y continuos en toda la superficie del césped. Esta operación no solo abre superficialmente las primeras capas del suelo, sino que también elimina tallos caídos y estolones que la segadora no puede cortar, permitiendo un nuevo brote. Es especialmente útil para céspedes viejos, ya que ayuda a regenerarlos con vigor.
La mejor época para realizar la siega vertical es a principios de la primavera, antes del rebrote. Es recomendable realizarla después del aireado profundo, ya que puede triturar los residuos de la operación de aireado.
Abonado Orgánico o Amantillado
El principal objetivo de los abonos orgánicos es proporcionar nutrientes a las plantas. Estos nutrientes provienen de materiales carbonados de origen animal o vegetal. Es recomendable realizar un recebo de toda la pradera con productos ricos en materia orgánica, especialmente durante las primeras etapas de la implantación de un césped.
Los abonos orgánicos están disponibles en formas líquidas y sólidas. Para optimizar la eficacia de los abonos sólidos, es necesario mezclarlos con la tierra (entrecavarlos), es decir, integrarlos en el suelo donde crecen las plantas. De esta manera, se mejora la absorción de los nutrientes.
Los abonos sólidos suelen ser de liberación lenta y se comercializan en forma de gránulos, barritas y pastillas. Estos abonos, debido a características físico-químicas, permiten que los elementos fertilizantes que contienen, especialmente el nitrógeno, se liberen gradualmente y se conviertan en nutrientes utilizables por las plantas de forma continua.
Los abonos líquidos se mezclan con el agua de riego y generalmente se aplican cada dos semanas durante los meses de mayor actividad de las plantas, que suelen ser de marzo a octubre. Es importante distinguir entre los abonos líquidos apropiados para plantas de hoja y aquellos adecuados para plantas de flor. También existen abonos líquidos completamente orgánicos.

Abonado Orgánico o Amantillado
El mejor momento para aplicar abonos orgánicos al suelo es antes del invierno. También se pueden aplicar después de las heladas, aunque con menor efectividad, junto con abonos químicos de liberación lenta y una ligera excavación. Los tipos más comunes de abonos orgánicos son:
- Estiércol: Puede provenir de vaca, oveja, caballo, cabra, entre otros. Se puede comprar directamente en una granja o en centros de jardinería, donde a veces viene ensacado y enriquecido con minerales. Debe tener al menos dos años de antigüedad al aire libre (bien compostado o fermentado) y estar libre de semillas de malas hierbas (el estiércol de oveja suele contener muchas semillas no digeridas). El estiércol de buena calidad no huele mal y tiene una textura suelta, no compacta.
- Guano, gallinaza, palomina y excrementos de murciélago: Son similares a los estiércoles. El guano es una sustancia formada por los excrementos de ciertas aves marinas que se encuentran en grandes cantidades en las costas del océano Pacífico de América del Sur y se usa como abono.
- Compost: Es un material obtenido a partir de restos vegetales y otras materias orgánicas sometidas a un proceso de compostaje (fermentación controlada). Para su elaboración se usan materiales variados como cascarilla de cacao, humus de lombriz, fermentación de gallinaza, fermentación de estiércol de oveja, mezclas de materias vegetales compostadas, residuos agrícolas, y más. El compost puede estar enriquecido con nitrógeno, fósforo, potasio y micronutrientes (hierro, manganeso, cobre, etc.). Es una buena alternativa al estiércol aunque a menudo presenta desequilibrios de nutrientes que deben ser compensados con abonos químicos.
- Turba: Hay dos tipos: turba negra (la más común) y turba rubia (muy ácida, pH = 3,5). Se usan mucho como base para preparar sustratos para macetas y semilleros, y también son buenas para añadir al suelo.
- Extractos húmicos: Estos productos son menos conocidos por los aficionados. Su uso en horticultura intensiva está aumentando, pero en jardines es aún poco frecuente. Es bueno probarlos para observar los resultados. Mejoran el suelo desbloqueando minerales, fijando nutrientes para que no se laven, activando la flora microbiana y favoreciendo el desarrollo radicular. Se trata de ácidos húmicos y fúlvicos extraídos de sustancias orgánicas, siendo la parte más selecta y con mejores cualidades de la materia orgánica.
- Cubiertas vegetales (paja, restos de cosechas, etc.): No se consideran propiamente abonos, pero a largo plazo, cuando se incorporan al suelo, reducen las necesidades de abonado.
- Concentrados orgánicos: Como sangre seca, harina de huesos, cuernos y pezuñas molidos, etc. Aunque son muy eficaces, no son muy accesibles y deben usarse con conocimiento.
- Residuos urbanos compostados: Como lodos de depuradora.
- Abonos verdes: Consiste en cultivar una leguminosa para enterrarla y así aportar nitrógeno al suelo. En suelo ácido van bien los altramuces y para suelo calizo, veza, meliloto, guisante, habas, trébol y alfalfa.
- Sustratos para macetas y semilleros: No son propiamente abonos, sino el soporte para cultivar plantas ornamentales en macetas y para hacer semilleros. Se obtienen mezclando compost, enmiendas húmicas y turba enriquecida con fertilizantes minerales.
Los abonos orgánicos ofrecen numerosos beneficios para las plantas que no deben ser ignorados:
- Mejoran la estructura del suelo, haciéndolo menos compacto.
- Protegen contra la erosión.
- Mejoran la aireación del suelo, haciéndolo más poroso.
- Mejoran la circulación y retención de agua.
- Contribuyen a la regulación térmica del suelo, haciéndolo menos frío en invierno y menos caliente en verano.
- Suministran productos de descomposición utilizables por las plantas de forma lenta (por ejemplo, nitrógeno).
- Abastecen de sustancias orgánicas que favorecen el crecimiento (por ejemplo, auxinas, hormonas de crecimiento).
- Estimulan la actividad microbiana, beneficiosa para la planta al formarse micorrizas (una micorriza es la asociación simbiótica de un hongo y una raíz).
- Retardan la fijación irreversible de nutrientes en el suelo (los elementos ya fijados no pueden ser liberados por la planta).
- Contribuyen a la formación de humus, que retiene los iones de los elementos útiles para la planta y los libera cuando los necesita.
Abonos Inorgánicos o Químicos
Los abonos químicos son más fáciles de usar, tienen una composición conocida y actúan rápidamente. Es recomendable utilizarlos junto con los abonos orgánicos. Estos fertilizantes se pueden clasificar en simples (que contienen un solo elemento) y compuestos (que contienen varios elementos).
A) Abonos Simples
El uso de fertilizantes simples es más adecuado para monocultivos y para personas con conocimientos o experiencia en jardinería. A menudo, un jardinero aficionado puede no saber qué fertilizante simple es el más adecuado para su suelo y sus plantas, por lo que es preferible usar fertilizantes compuestos.
- Nitrogenados: Incluyen la urea (45-0-0), nitrato amónico (33-0-0), sulfato amónico, nitrato potásico, nitrato cálcico y nitrato sódico (nitrato de Chile).
- Fosfóricos: Incluyen el fosfato amónico y el superfosfato, que es un tipo de fertilizante compuesto por fósforo y calcio derivado del mineral apatita.
- Potásicos: Incluyen el cloruro potásico y el sulfato potásico.
B) Abonos Compuestos (Mezclas Compatibles)
No se debe confundir los abonos compuestos con los complejos. Los abonos compuestos se obtienen mediante mezclas mecánicas, mientras que los complejos son el resultado de reacciones químicas. La mezcla de abonos simples no compatibles puede provocar reacciones químicas entre los diferentes componentes, lo que reduce la eficacia de la fertilización y, en algunos casos, puede perjudicar a las plantas.
C) Abonos Complejos
Los abonos complejos son generalmente los más adecuados para los jardineros, y es preferible utilizarlos en combinación con abonos orgánicos. Estos abonos contienen en diferentes proporciones los tres elementos primarios: nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Muchas veces, también incluyen varios microelementos necesarios como magnesio, manganeso, hierro, boro, entre otros.

El contenido de cada elemento se indica mediante una serie de tres números, expresados en el orden N:P(nitrógeno, fósforo, potasio). Por ejemplo, un abono con una proporción de 4:8:12 significa que contiene 4 partes de nitrógeno, 8 de fósforo y 12 de potasio. Este tipo de abono sería adecuado para usar antes y durante la época de floración. Para un césped ya establecido, el primer número suele ser muy bajo para evitar un crecimiento excesivo debido a un alto contenido de nitrógeno.
Un abono de uso general en el jardín, que no requiere demasiadas complicaciones y es adecuado para todas las épocas del año (excepto para césped), sería el 15:15:15. Además de estos tres números, pueden añadirse otros números que indican el contenido de microelementos. Los abonos complejos están disponibles en tres formas: líquido, polvo (cristalizado como azúcar) y granulado (bolitas de 1 a 4 mm). Los formatos líquido y en polvo suelen ser más fáciles de manejar y almacenar para los jardineros que necesitan pequeñas cantidades, aunque tienden a ser más caros.
Los granulados, por ser más económicos, suelen adquirirse en sacos de entre 20 y 50 kg. Sin embargo, el inconveniente es que muchos de ellos deben usarse dentro del año, ya que con el tiempo pueden perder eficacia. También hay granulados disponibles en bolsas más pequeñas, por ejemplo, de 1 kg, a precios intermedios.
Los granulados son pequeñas esferas de 1 a 4 mm de diámetro. Estos gránulos pueden estar recubiertos con una sustancia que retarda su liberación, controlando su disponibilidad para las plantas. Este recubrimiento, junto con la composición interior, se conoce como abono de liberación controlada. Los materiales de recubrimiento pueden incluir resinas acrílicas, ceras, azufre o polietileno. Los factores que influyen en la liberación de nutrientes son la temperatura, el agua, el espesor y material del recubrimiento, y el tamaño de los gránulos. Los granulados pueden ser de liberación rápida o de liberación controlada.
Los granulados de liberación controlada se incorporan al suelo cuando se trabaja, antes de plantar. Su efecto dura aproximadamente unos 6 meses. Los granulados de liberación rápida pueden esparcirse o enterrarse alrededor de las plantas, a pocos centímetros de profundidad, y luego regarse. Sus efectos son inmediatos, pero su duración en el suelo es limitada, por lo que es necesario abonar continuamente.
Abonos foliares
Abonos foliares El Real Decreto 506/2013, de 28 de junio, lo considera adecuado para ser aplicado en las hojas de un cultivo y para la absorción de nutrientes a través de las hojas. Se aplican pulverizando sobre la planta. Los abonos foliares se utilizan como complemento al abonado base. Son especialmente útiles para suministrar micronutrientes como hierro, manganeso, cobre, entre otros, ya que se necesitan en cantidades muy pequeñas y se absorben directamente al aplicarlos en la hoja.
Bioactivadores
Estos productos son poco conocidos y, por lo tanto, poco utilizados en jardinería. Se dividen principalmente en dos tipos: aminoácidos y extractos de algas. Su mayor interés, más que como alimento, radica en su capacidad para fortalecer y estimular a las plantas para superar situaciones adversas como sequías, daños por heladas, trasplantes, transporte, plagas, enfermedades, efectos tóxicos de plaguicidas o herbicidas mal utilizados, etc.
Los tratamientos con aminoácidos o extractos de algas permiten que los cultivos se recuperen más rápidamente si están debilitados por eventos como granizadas, estrés hídrico, heladas, etc. Este es su mejor uso, para activar el metabolismo de la planta. Son un complemento al abonado mineral correspondiente. Normalmente se aplican por vía foliar, pero también al suelo y a través de las raíces.
Fitorreguladores
No son abonos en el sentido estricto de la palabra, sino que son reguladores del crecimiento de las plantas ornamentales utilizados con propósitos comerciales para mejorar su aspecto visual (tamaño, compactación, ramificación, color, etc.) y su calidad fisiológica (resistencia a situaciones de estrés, salida del reposo, mejora en la poscosecha, etc.).
Una clasificación básica de los fitorreguladores los divide en hormonas naturales o fitohormonas y hormonas sintéticas, destacando los retardadores del crecimiento vegetal por su importancia y usos. En una clasificación más actual, se elimina el término “hormona”, más propio de la fisiología animal, y se refiere a estas sustancias como reguladoras del crecimiento vegetal en lugar de fitohormonas, y como reguladores del crecimiento vegetal en lugar de hormonas sintéticas.
Riego
El cuidado del agua en una superficie cubierta de césped es esencial y requiere una atención dedicada. A lo largo del año, es crucial mantener un nivel mínimo de agua en el suelo para satisfacer las necesidades de la pradera. La planta absorbe esta agua para obtener los nutrientes necesarios, siendo mayor esta demanda durante periodos de mayor actividad vegetal y temperaturas elevadas, lo que conlleva pérdidas por
Es importante considerar no solo la cantidad de agua que requiere la planta, sino también la que se pierde por evaporación y filtración al calcular el riego adecuado. Tanto el exceso como la insuficiencia de riego pueden ser perjudiciales, pudiendo causar encharcamientos o lavado de nutrientes en el suelo. Es necesario tener en cuenta la capacidad de retención de agua del suelo, dividiendo las dosis de riego si es necesario. En un suelo promedio y clima mediterráneo, las necesidades de agua para una pradera pueden oscilar entre 4 y 6 litros por metro cuadrado.
Para un riego eficiente, se recomienda utilizar aspersores de calidad que permitan controlar la cantidad de agua aplicada y garantizar una distribución uniforme. Es aconsejable programar el riego en horas de menor insolación durante el verano y en horas de mayor temperatura en invierno.
Perfilado del Césped
Aunque no es una tarea crucial para el mantenimiento de una superficie de césped, el perfilado tiene un efecto visual positivo que transmite la impresión de un buen cuidado. Esta operación, que puede realizarse de manera mecánica o manual, implica el recorte de los bordes del área de césped, tanto en las zonas exteriores (como bordillos) como en las interiores (alrededor de macizos de flores, arbustos y árboles en el césped), eliminando el exceso de crecimiento incluso hasta las raíces.
El perfilado también puede ser mecanizado, ya que existen máquinas especializadas para esta tarea. Generalmente, se realiza cada dos o tres cortes de césped y consiste en recortar las hierbas que crecen junto a los paseos y bordillos. Estas hierbas, por estar muy inclinadas, no pueden ser cortadas por las segadoras convencionales.
Reposición de Calvas
Esta operación puede llevarse a cabo de dos maneras: mediante placas de césped ya formado, conocidas como “tepes”, o mediante resiembras.

La elección entre una opción y otra depende del momento en que se realiza la reposición y la necesidad específica de la misma. Si la reposición debe hacerse durante la época de uso del césped, es preferible utilizar “tepes” formados por las mismas especies del césped existente, ya que esto permite su uso casi inmediato. En cambio, las resiembras se realizan generalmente cuando el césped está en periodo de descanso, como al final del invierno.
Tratamientos Fitosanitarios
El estudio de las enfermedades de las plantas, para determinar las medidas de control y prevención más adecuadas o el tratamiento fitosanitario idóneo, es una rama de la fitopatología. La fitopatología o patología vegetal es una disciplina interdisciplinaria que abarca conocimientos de botánica, microbiología, ciencias de cultivos, ciencias del suelo, ecología, genética, bioquímica, biología molecular y fisiología.
Las enfermedades de las plantas se clasifican en dos grandes grupos según el agente causante: enfermedades abióticas y bióticas.
Las enfermedades abióticas son provocadas por condiciones ambientales desfavorables y el único tratamiento posible es la selección de especies resistentes. Estas condiciones pueden incluir falta o exceso de agua, temperaturas extremas, carencia de nutrientes, exceso de sal, sustancias tóxicas, agentes atmosféricos y daños mecánicos debido a podas, cortes o animales.
Las enfermedades bióticas son causadas por organismos vivos llamados patógenos, que son parásitos capaces de atacar tejidos vivos y causar enfermedades. Estos parásitos pueden ser verdaderos o facultativos; los primeros siempre atacan, mientras que los facultativos pueden variar su comportamiento. Los patógenos se dividen en cuatro grupos: virus, bacterias, hongos y otras plantas, siendo los hongos los más destacados en la patogenia de plantas. Las medidas profilácticas para evitar la transmisión de estas enfermedades incluyen métodos mecánicos (destrucción del cuerpo fructífero del parásito), químicos (uso de fungicidas) y biológicos (empleo de enemigos naturales de los parásitos).
Los tratamientos fitosanitarios tienen como objetivo mantener en buen estado las áreas de césped. Estos tratamientos se enfocan en:
- Enfermedades criptogámicas.
- Ataques de animales.
- Invasión de malas hierbas.
A pesar de todas las medidas profilácticas, es probable que algunas anomalías aparezcan en el césped. Por eso, se recomienda un control riguroso de la pradera y, antes de tomar decisiones precipitadas, identificar correctamente el agente causante de la enfermedad y proceder a su tratamiento siguiendo estrictamente las instrucciones de los especialistas. Un tratamiento inadecuado no solo puede ser ineficaz, sino también provocar consecuencias adversas.
Un césped bien mantenido en términos de nutrientes, riego, drenaje y limpieza contribuye significativamente a su buen estado fitosanitario. La jardinería impone ciertas restricciones específicas sobre el uso de productos fitosanitarios, dando prioridad a métodos alternativos a los químicos. El Real Decreto 1311/2012, de 14 de septiembre, establece el marco para un uso sostenible de los productos fitosanitarios, regulando su uso debido a sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana.
Según esta normativa, se deben preferir los métodos biológicos, físicos y otros no químicos, integrándolos con productos fitosanitarios solo cuando los métodos no químicos no proporcionen un control satisfactorio de las plagas. Los productos fitosanitarios aplicados deben ser lo más específicos posible para el objetivo, minimizando los efectos secundarios sobre el medio ambiente y la salud humana. Los usuarios profesionales deben limitar el uso de productos fitosanitarios y otras formas de intervención a los niveles necesarios, por ejemplo, utilizando las dosis adecuadas o reduciendo la frecuencia de aplicación para evitar el desarrollo de resistencias en los organismos que se desea erradicar.
La vegetación utilizada en parques y jardines es muy diversa y se desarrolla en entornos que no son naturalmente favorables, debido a la baja calidad del suelo, la contaminación del aire, las condiciones climáticas de los entornos artificiales como áreas pavimentadas o asfaltadas, y el confinamiento de plantas y árboles en espacios reducidos donde las raíces deben coexistir con infraestructuras de distribución de energía y otros servicios urbanos.
Realización de Tratamientos Fitosanitarios
Para llevar a cabo tratamientos fitosanitarios, es esencial que los operarios estén debidamente cualificados. Existen diversos niveles de capacitación para el uso y manejo de productos fitosanitarios: básico, cualificado, fumigador y piloto aplicador.
Hasta hace poco, se utilizaban casi exclusivamente productos químicos fitosanitarios para combatir las plagas. Sin embargo, la creciente conciencia ciudadana sobre la salud pública y la protección ambiental, junto con los problemas asociados al uso de plaguicidas en áreas urbanas, ha llevado al aumento del empleo de estrategias de control alternativas y más sostenibles.
El enfoque moderno para el control de plagas implica la combinación de diferentes métodos para prevenir y minimizar los daños causados por estos organismos. Este enfoque no busca eliminar ni erradicar las plagas, sino mantener la población de los agentes causantes a niveles aceptables utilizando métodos de control que minimicen los riesgos para los humanos, los animales, las plantas y el medio ambiente. Este enfoque se conoce como manejo integrado de plagas o lucha integrada, cuyo objetivo es reducir el uso de plaguicidas y fomentar la población de enemigos naturales de la plaga. Los pasos antes de implementar las medidas de control mediante la lucha integrada son:
- Identificación correcta de la plaga: El primer paso para seleccionar las prácticas de control adecuadas consiste en identificar correctamente las plagas que se desean controlar, ya que a menudo los síntomas de deterioro en las plantas se deben a un mal manejo y no a daños por plagas. Por lo tanto, la aplicación de plaguicidas y otras prácticas de control resultan infructuosas.
- Inspecciones periódicas: Los insectos, ácaros y otras plagas se reproducen en grandes cantidades y se dispersan rápidamente. Sin un control adecuado, pueden colonizar las plantas y causar daños significativos, por lo que es importante realizar inspecciones periódicas para determinar qué plagas están presentes y estimar su abundancia para controlarlas a tiempo.
- Controlar las plagas a tiempo: Una vez que la plaga se ha manifestado y el daño es extenso, las opciones para resolver el problema son más limitadas, costosas y complejas que si se actúa a tiempo.
Bajo la denominación de productos fitosanitarios se incluyen no solo productos químicos, sino también productos de origen biológico, feromonas para confusión sexual, atrayentes para captura masiva y métodos de atracción y muerte del organismo a controlar. En España, los tratamientos fitosanitarios en la agricultura y en ámbitos no agrarios están regulados por el Real Decreto 1311/2012, que establece el marco de actuación para un uso sostenible de los productos fitosanitarios. El uso de estos productos requiere su previa inscripción en el Registro Oficial del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Los productos fitosanitarios deben ser efectivos en el control de plagas, pero sin causar efectos nocivos para la salud humana o animal, ni dañar el medio ambiente, especialmente las aguas superficiales y subterráneas, el aire, el suelo, las especies no objetivo, la biodiversidad y el ecosistema en su conjunto.
Los productos fitosanitarios solo pueden ser aplicados para los usos expresamente autorizados, como es el caso de parques y jardines, redes viarias y jardinería exterior doméstica. Estas áreas presentan riesgos específicos debido al acceso libre de personas y la proximidad de edificios residenciales, especialmente aquellos que albergan a personas especialmente sensibles como niños, pacientes hospitalarios o ancianos.
El uso de productos fitosanitarios también puede conllevar riesgos ambientales, como la contaminación de aguas en parques con fuentes, estanques o cursos de agua superficial. Por ello, tanto la normativa europea (Directiva Europea 2009/128/CE) como la española (Real Decreto 1311/2012) obligan a minimizar o prohibir el uso de fitosanitarios en espacios de uso público general o por grupos vulnerables, adoptando medidas adecuadas de gestión del riesgo y dando prioridad al uso de productos fitosanitarios de bajo riesgo.
Realización de Tratamientos Fitosanitarios
El uso de productos fitosanitarios en parques y jardines debe ser restringido al máximo e incluso evitado por completo cuando pueda poner en riesgo la salud de las personas o la biodiversidad. Se debe priorizar el uso de productos fitosanitarios de bajo riesgo y las medidas de control biológico. El Real Decreto 1311/2012 establece que en los espacios de uso público general (jardines, campos deportivos o espacios utilizados por grupos vulnerables) solo pueden emplearse productos fitosanitarios de bajo riesgo que hayan sido expresamente autorizados, salvo en situaciones excepcionales autorizadas por la autoridad competente. Además, está prohibido realizar tratamientos aéreos en parques, jardines y árboles aislados en zonas ajardinadas, lo que impide el uso de drones para tratamientos fitosanitarios en estos espacios. En el ámbito no agrario, también están prohibidos los tratamientos con productos fitosanitarios mediante espolvoreo con asistencia neumática, salvo en invernaderos u otros espacios confinados.
Los tratamientos en parques y jardines deben ser realizados por profesionales registrados en el Registro Oficial de Productores y Operadores de Medios de Defensa del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Los particulares pueden realizar tratamientos en jardines exteriores domésticos únicamente si utilizan productos fitosanitarios específicamente diseñados para no profesionales.
Los productos fitosanitarios no pueden ser utilizados en parques y jardines de uso público si en su etiqueta se indica “Uso profesional en lugares no destinados al público en general”. Además, en espacios públicos como áreas de recreo, zonas deportivas, lugares utilizados por grupos vulnerables y espacios de uso privado, solo pueden aplicarse productos cuya etiqueta no contenga frases de riesgo como “puede provocar cáncer”, “explosivo”, “libera gases tóxicos”, etc. En la fecha del tratamiento, los productos deben estar registrados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y autorizados para su uso en “forestales y ornamentales leñosas”, “arbustos y pequeños árboles ornamentales”, “ornamentales herbáceas”, “palmáceas”, “céspedes” u otras formas propias de la jardinería.
Para realizar tratamientos fitosanitarios profesionales en áreas verdes, se debe elaborar un plan de trabajo que incluya los siguientes apartados:
- Zona a tratar y plantas objeto del tratamiento.
- Fechas previstas para la ejecución del tratamiento.
- Productos y dosis a aplicar.
- Técnica de aplicación a utilizar.
- Medidas de prevención de riesgo de contaminación a adoptar.
- Plazo de reentrada en la zona tratada.
- Plan de señalización y avisos para usuarios, residentes y transeúntes.

Realización de Tratamientos Fitosanitarios
En los tratamientos fitosanitarios por pulverización, se entiende por “deriva” la parte del producto pulverizado que, transportada por el aire, se desplaza más allá del objetivo, depositándose en áreas adyacentes e incluso alcanzando zonas lejanas. Durante el tratamiento, la deriva puede verse potenciada por las condiciones atmosféricas, especialmente el viento.
En los tratamientos en parques y jardines, se utilizarán preferentemente equipos con dispositivos de reducción de deriva. Además, se operará solo cuando las condiciones atmosféricas sean adecuadas (viento en calma, buena visibilidad y humedad ambiental moderada), procurando realizar los tratamientos durante los periodos de menor afluencia de personas, evitando especialmente la contaminación del mobiliario urbano, las áreas de recreo infantil y cualquier edificación contigua o dentro del parque. El tratamiento debe posponerse o cancelarse si se prevén vientos o lluvias en las horas posteriores.
Para prevenir riesgos para las personas, la administración local que autorice el tratamiento deberá informar con antelación suficiente a los residentes y transeúntes sobre las zonas a tratar, fechas y horarios previstos y productos fitosanitarios a aplicar, utilizando redes sociales y colocando carteles en lugares visibles, en las vías de acceso y cerca de la zona a tratar. Los carteles deben informar sobre las fechas y horarios de inicio y finalización del tratamiento, el producto a utilizar, el objetivo y la empresa que realiza el tratamiento. Además, si es necesario, se puede restringir el acceso a la zona tratada desde el inicio del tratamiento hasta su completa finalización y, si procede, hasta el plazo de reentrada según las especificaciones del producto.
En los tratamientos también se evaluará el riesgo de contaminación de las aguas y se implementarán las medidas preventivas necesarias. En general, se establecerán zonas de seguridad, recomendándose una distancia mínima de 5 metros respecto a masas de agua superficiales como fuentes ornamentales, estanques, lagos y cursos de agua. Si el tratamiento lo requiere o si así lo indica la etiqueta del producto, esta distancia puede ser mayor.
Para las aguas destinadas al consumo humano, se mantendrá una distancia mínima de 50 metros entre la zona tratada y los puntos o masas de agua a proteger. Además, para evitar la contaminación puntual, las operaciones de llenado del depósito, carga y mezcla del producto fitosanitario, y de calibración, vaciado y limpieza del equipo de tratamiento, se realizarán a una distancia mínima de 25 metros de las aguas susceptibles de contaminación. Excepcionalmente, en la operación de carga, esta distancia puede reducirse a 10 metros si se utiliza un dispositivo para la mezcla e incorporación al depósito del producto fitosanitario. En todas las operaciones, se evitarán vertidos de producto fitosanitario y se asegurará que no haya fugas del equipo de tratamiento.
Los envases destinados a usos profesionales, una vez vacíos, deben depositarse en los contenedores del sistema de gestión de envases industriales al que estén adheridos o entregarse en los puntos previstos para los residuos de envases de plaguicidas de uso agrícola (SIGFITO). El usuario profesional debe llevar un registro de los envases entregados al sistema de gestión.

Los fitosanitarios son productos concentrados que deben diluirse antes de su aplicación, lo que se conoce como caldo fitosanitario. Como norma general, se debe seguir el siguiente procedimiento: llenar el tanque de agua hasta la mitad o dos tercios, añadir el producto y agitar, completar el llenado del tanque con agua mientras se agita, y realizar el tratamiento de inmediato.
La aplicación simultánea de dos o más productos fitosanitarios es una práctica común. En general, si las materias activas son compatibles, la mezcla de formulaciones del mismo tipo no presenta problemas ya que los coadyuvantes son muy similares. Al mezclar un producto sólido con uno líquido, se añadirá primero el sólido y luego el líquido.
Los productos fitosanitarios se pueden aplicar mediante pulverización, endoterapia, quimigación, espolvoreo o fumigación de suelos, aunque estos dos últimos métodos se utilizan muy raramente en jardinería.
Pulverización
La mayoría de los productos fitosanitarios están formulados para ser aplicados mediante pulverización, una técnica que consiste en fraccionar el caldo fitosanitario en gotas de pequeño tamaño. El tamaño de estas gotas es crucial: las gotas pequeñas cubren más superficie con la misma cantidad de caldo, lo que en teoría garantiza un tratamiento más eficaz. Sin embargo, estas gotas también son más propensas a la deriva y la evaporación, pudiendo evaporarse antes de alcanzar su destino. Además, las gotas pequeñas tienen baja energía cinética, lo que dificulta su penetración en la masa foliar, dejando las zonas internas de la planta sin tratar. En los tratamientos fitosanitarios de parques y jardines, se utilizan principalmente los siguientes tipos de pulverización:
- Pulverización hidráulica o pulverizadores: Esta es la técnica más común y conocida. Las gotas se forman por presión hidráulica en las boquillas. El tamaño de las gotas depende del calibre de las boquillas y de la presión aplicada. Boquillas con calibres pequeños y presiones altas aumentan la proporción de gotas pequeñas, incrementando así el riesgo de deriva. Por esta razón, no se recomienda su uso cerca de puntos de abastecimiento de agua, aguas superficiales y edificaciones.

- Pulverización hidroneumática o neumática (atomizadores o nebulizadores): Esta es una variante de la pulverización hidráulica, donde se ayuda a la gota a alcanzar su objetivo con la energía del aire. La pulverización se realiza mediante una corriente de aire de alta velocidad generada por un ventilador. Esto forma gotas finas o muy finas, por lo que son muy susceptibles a la deriva. Se pueden utilizar excepcionalmente en cañones de pulverización para tratar árboles grandes, siempre que no haya viento y nunca cerca de las zonas sensibles mencionadas anteriormente.
- Pulverización centrífuga o de ultra bajo volumen: Esta técnica pulveriza el líquido mediante la fuerza centrífuga generada por un elemento giratorio que expulsa el líquido con diferentes fuerzas, según la velocidad de giro y el diámetro del elemento. El tamaño de las gotas varía significativamente según el régimen de giro del rotor. Forma gotas finas o muy finas, altamente sensibles a las condiciones atmosféricas (temperatura y viento), por lo que se deben extremar las precauciones durante su uso. Permite aplicar de manera localizada volúmenes muy bajos (10 a 50 l/ha) a alta concentración.
Endoterapia (inyección en el tronco)
La endoterapia (inyección en el tronco) consiste en introducir un preparado fitosanitario directamente en el sistema vascular de una planta mediante una inyección, con el fin de que se distribuya a través de la savia. Este método se utiliza para controlar plagas en árboles de especial interés, en áreas sensibles donde no se permite la dispersión de aerosoles ni la posible contaminación del suelo o del agua por fitosanitarios, y para tratar árboles aislados. La endoterapia no genera aerosoles ni olores, y presenta un riesgo mínimo de exposición para los operarios, las personas en general y los animales, por lo que la reentrada a las áreas tratadas no presenta problemas. Es una opción adecuada para tratar espacios difíciles de desalojar como campings, centros escolares, hospitales, estaciones de tren, aeropuertos o áreas cercanas. La inyección se realiza preferentemente en la parte inferior del árbol, buscando la zona de máxima vascularización. Se debe evitar inyectar entre las raíces o cerca de heridas, nudos o anomalías fisiológicas. Si se usan inyectores fijos, se deben colocar a suficiente altura para evitar el contacto con las personas. Se accede al xilema con la ayuda de un taladro mecánico, introduciendo la inyección a una profundidad de entre 2 y 4 cm (sin contar la corteza). Para árboles de porosidad anular, como encinas y robles, se utilizarán profundidades menores, mientras que en coníferas se aplicará a profundidades mayores. En palmeras, para el control del picudo, la profundidad del orificio será mayor, considerando como adecuado un tercio del diámetro del estípite (tronco).

En tratamientos sucesivos, se debe evitar repetir en la misma zona de aplicación, desplazándose por encima o por debajo del punto de la última aplicación y nunca en la misma vertical. En árboles, y en particular en palmeras, no se deben realizar más aplicaciones al año de las que se indican en la etiqueta del producto y se debe evitar tratar ejemplares debilitados. La época de aplicación depende de que exista movimiento de savia y de que la plaga o patógeno esté en un estadio en que se alimente de tejido vegetal. En general, se recomienda aplicar al menos 30 días antes de la actividad esperada de la plaga objetivo. Hay dos periodos importantes de aplicación: uno en primavera, para el control de pulgones, cochinillas, minadores o defoliadores como la galeruca del olmo, y el segundo en otoño para el control de la procesionaria.
Las dosis, especies a tratar y ámbito de uso deben estar indicados en la etiqueta del producto. Aunque el orificio requerido por la inyección es de pequeña dimensión, la herida puede convertirse en un punto de entrada de hongos patógenos, por lo que se deben esterilizar las herramientas y tratar las heridas con pasta cicatrizante. Los árboles enfermos o débiles son más susceptibles a sufrir efectos indirectos de las inyecciones, por lo que no se recomienda tratarlos.
Quimigación
La quimigación consiste en distribuir productos fitosanitarios mediante el riego por goteo superficial o por subirrigación, es decir, por capilaridad, donde el líquido permanece un tiempo en el sustrato y es absorbido por las plantas. Esta técnica se utiliza para el control de plagas y enfermedades presentes en las plantas o en el suelo. Cuando la acción se dirige a las plantas, los fitosanitarios deben ser absorbidos por el sistema radicular. El uso de esta técnica reduce la probabilidad de causar daños a las personas, organismos beneficiosos y otros organismos no objetivo.
La quimigación es especialmente útil en áreas sensibles donde no se permiten pérdidas de producto por deriva. A diferencia de la pulverización, es una técnica discreta y silenciosa que no contamina áreas circundantes como parques infantiles, mobiliario urbano o edificios. En general, no genera aerosoles ni olores, y la reentrada a las zonas tratadas no es problemática. Sin embargo, sus efectos sobre las plagas y enfermedades no son inmediatos. Además, requiere inversiones significativas, personal especializado y su eficacia puede verse afectada por condiciones atmosféricas como la lluvia, que puede lixiviar el producto y contaminar el suelo y las aguas subterráneas. Es importante tener en cuenta que las hojas y frutos caídos de los árboles tratados pueden contener residuos de los productos aplicados.
Para optimizar la acción del fitosanitario, el suelo no debe estar excesivamente compactado o saturado de agua (por ejemplo, después de una lluvia), y se deben utilizar volúmenes de aplicación adecuados, ni demasiado pequeños para no alcanzar las raíces ni demasiado grandes para exceder la capacidad de infiltración del suelo, lo que podría causar escorrentías, encharcamientos y mojado fuera de la zona de las raíces. En cuanto al momento de aplicación, los tratamientos deben realizarse con suficiente antelación para asegurar la llegada oportuna del producto fitosanitario al lugar de acción. En algunos casos, se requiere anticipar el tratamiento hasta 30 días antes de la entrada prevista en actividad de la plaga objetivo.
Podas y Pinzados
Estas operaciones están destinadas al conjunto de plantaciones arbustivas y arbóreas del entorno y tienen como objetivo principal dar la formación requerida a cada planta durante los primeros años después de su plantación, así como eliminar partes viejas y secas en los años siguientes.
Generalmente, estas tareas se realizan durante el periodo de reposo de la planta, es decir, en invierno. Se deben hacer cortes limpios y cubrir las partes cortadas con algún cicatrizante para evitar infecciones posteriores.
En algunas plantas, cuya floración ocurre antes de la brotación de las hojas, es recomendable realizar las podas después de la floración.
Perfilado de Setos
Las plantaciones de setos son muy comunes, ya que son los elementos más eficaces como cortavistas. Además de los cuidados generales que requieren todas las plantas, este tipo de plantaciones necesita cuidados adicionales para mantener la forma deseada. Estos cuidados suelen enfocarse en recortar las caras visibles. En áreas cercanas a tapias, muros, etc., se deben perfilar dos caras: la superior y la lateral vista. El momento adecuado para realizar esta operación es después del rebrote, durante el periodo de parada vegetativa en verano.
Además de mantener las formas, esta operación favorece un buen tupido de la plantación, ya que obliga a la planta a emitir ramas en las partes bajas, logrando así un buen aislamiento de las zonas. Esta tarea está completamente mecanizada, ya que existen diversas máquinas específicas para este propósito en el mercado.

Entrecavas y Alcorques
Entrecavar implica cavar ligeramente, sin profundizar demasiado. Estas operaciones están destinadas a trabajar el suelo alrededor de la base de la planta, en el alcorque, que es el hoyo donde se encuentra la planta. El objetivo es eliminar las malas hierbas que puedan competir con la planta y aflojar la tierra para facilitar la penetración del aire y del agua. Esta operación debe realizarse cuando sea necesario y, por lo general, se efectúa al menos una vez por estación.